(Shanghai, 1562 - 1633) Político e intelectual chino. Jesuita y autor de diversos trabajos científicos, desempeñó un influyente papel en la Corte Ming durante el reinado de Chongzhen (1627-1644) como principal consejero del soberano, y está considerado la figura más importante del cristianismo chino anterior al siglo XX.
Mateo Ricci y Xu Guangqi
Xu Guangqi realizó la carrera de funcionario civil según el rígido sistema confuciano y alcanzó el más alto grado, o chin-shih, que le facultaba para entrar en el mandarinato. Sin embargo, su trayectoria vital e intelectual se vio totalmente determinada cuando conoció al jesuita italiano Mateo Ricci, con quien comenzó a colaborar en la traducción al chino de diversas obras sobre geografía, física, astronomía o matemáticas, convirtiéndose así en uno de los primeros escolares de su país que mostró genuino interés por el saber occidental y contribuyó, aunque aún de forma incipiente, a su difusión.
En este sentido, cabe destacar la traducción que realizó de Los Elementos de Geometría (Chi-ho yuan-pen) del griego Euclides, que tanta influencia ejerció después en las ciencias matemáticas de su país. Convertido al cristianismo y miembro de la orden jesuítica, Xu se erigió en el principal defensor de lo occidental una vez fallecido Ricci, y gracias a su labor la empresa científica iniciada por el misionero italiano gozó de continuidad, y siguió creciendo la influencia de la Compañía de Jesús en China, así como del cristianismo en general.
Utilizando mecanismos de medición occidentales, Xu Guangqi aventajó en 1629 a otros astrónomos chinos y musulmanes en la predicción exacta del eclipse de sol previsto para ese mismo año, hecho que además de mostrar la superioridad de las técnicas astronómicas de Occidente, le valió el ascenso al cargo de gran secretario. Junto a otros jesuitas europeos -Johan Adam Schall von Bell, Ferdinand Verbiest- dirigió el Observatorio de Astronomía, al que se encargó establecer el calendario oficial del Imperio.
En el campo de la política, Xu tuvo que hacer frente a los numerosos problemas internos del Imperio, así como a la amenaza de los manchúes, que ya en 1629 llegaron por primera vez a las puertas de Pekín. Cuando quedó probada la superioridad de las tropas invasoras, Xu convenció al soberano de la necesidad de equipar a los ejércitos imperiales con armamento occidental, e incluso de utilizar tácticas y soldados europeos.
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